El antológico Windows que apareció en el mercado el 25 de Octubre de 2001 ha dejado de comercializarse y actualizarse en Abril de este mismo año. Es una noticia triste (más por la nostalgia que por otra cosa), porque fue Windows XP quien impuso las bases para el resto de sistemas operativos de Microsoft que se lanzaron tras él.
Además, cabe añadir que a día de hoy sigue siendo un sistema operativo que ofrece ventajas que los demás no, como una optimización excepcional. Por eso, aún sigue siendo la opción de muchas empresas que utilizan sus ordenadores exclusivamente para trabajar. Desde luego, no será fácil que muchos consumidores se pasen a un Windows más moderno (muchas aplicaciones de negocios se basan en esta plataforma).
Pero toca actualizarse para la mayoría. La pregunta del millón: ¿Qué me conviene más, Windows 7 o Windows 8? Pues si estamos acostumbrados a Windows XP, tal vez el sistema operativo que más manejable y familiar nos parezca sea el 7. Y no, no me he olvidado de Windows Vista, pero seamos sinceros, ¿quién lo quiere? A día de hoy creo que nadie.
Parte de la nostalgia sentida hacia Windows XP reside precisamente a la cantidad de consumidores que se pasaron a Vista y, viendo lo que había, regresaron automáticamente a XP. Porque era todo lo contrario, si XP era rápido, Vista era más lento que un dolor. Si XP era compatible con todo, Vista daba problemas con muchas aplicaciones.
Y aunque es el momento idóneo para pasar página, no olvidaremos que Windows XP ofreció un sistema operativo óptimo, compatible con la mayoría de aplicaciones del mercado y con un rendimiento que ya quisieran para sí algunos mucho más modernos. Todo con una interfaz simpática y sencilla, sin lujos pero efectiva. Pues eso, descanse en paz.