Ahora que Nokia ha sido absorbida por Microsoft, no está de más rebuscar en el baúl de los recuerdos y rememorar uno de los teléfonos móviles más polémicos de la compañía: Nokia N-Gage. Se trataba del intento de Nokia por entrar en el mundo de las consolas portátiles, viendo el éxito del que disfrutaban Nintendo y Sony.
La jugada estaba clara: fusionar un teléfono móvil con una verdadera consola. ¿El resultado? Tecnología de culto hoy en día, un fiasco en su momento. N-Gage era poco práctico, estaba claro. Porque era incómodo para hablar (tenías que voltearlo e imaginar que se adaptaba a tu cara), y utilizaba unos números algo farragosos para jugar. En resumen, ni fu ni fa.
¿Fue N-Gage un absoluto fracaso en ventas? Pues no tanto, al menos en Europa y Asia. Su principal atractivo, el de ser un teléfono móvil donde se podían insertar cartuchos de juegos, contrastaba con un problema bastante grande: su precio. Trescientos euros teníamos que desembolsar si queríamos obtenerla nueva. Eso sí, solo en tiendas especializadas en consolas, otro fallo de marketing más.
Pero a pesar de todo N-Gage disfrutó de cierta popularidad, debido tal vez a su escasa pero atrayente oferta en videojuegos. Clásicos como Tomb Raider, Pandemonium, FIFA o Call of Dutty tuvieron su aparición en la consola de Nokia, ya sea de forma exclusiva o en forma de remake adaptado a las capacidades de esta.
Poco después Nokia lanzó una revisión de la consola que se dio a conocer como N-Gage QD, que consistía en una versión más redondeada, con una temática anaranjada que intentaba dar un aspecto más moderno al teléfono-consola. A día de hoy, se puede obtener en Ebay a precios no demasiado bajos, y algunos de sus juegos se consideran ya objetos de coleccionista. Algo tenía que tener, eso está claro