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Uno se decanta por un ordenador portátil en vez de fijo para poder trasladarlo a cualquier sitio sin dificultad, ya que permiten trabajar o entretenerse sin tener que conectarlos a la red eléctrica. Pero con el avance tecnológico, los ordenadores exigen cada vez más recursos que acaban mermando la vida útil de la batería.
Una situación que seguro te será familiar: estamos escribiendo un texto importante (el cuál no hemos guardado), y cuando estamos a punto de terminarlo, la luz de la pantalla se apaga lentamente (incluso parece que el ordenador se esté riendo de nosotros). Con suerte, nuestro ordenador no acabará estrellado en la pared.
Para empezar, procura no apagar el ordenador cuando hagas un descanso, al no ser que sea estrictamente necesario. Será preferible hibernar para lograr un arranque más rápido al reiniciar (aunque no lo parezca, en un inicio desde cero se consume mucha energía).
La luz de la pantalla consume mucha electricidad, pero eso no quiere decir que tengamos que minimizarla demasiado, suponiendo un riesgo para la vista. Lo que se tiene que intentar es regularla de forma que no tengamos que forzarla, pero tampoco utilizar más brillo del necesario.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que cualquier periférico va a consumir RAM para funcionar, por lo que debemos evitar usar ratones externos y aprovechar el táctil que tenemos por defecto. Las memorias USB no consumen demasiado, pero podemos notar la diferencia, así que lo más aconsejable es retirarlos cuando no los estemos usando.
Yendo un poco más allá, muchos parámetros del ordenador pueden regularse, desde la tarjeta gráfica hasta los procesos que se mantienen abiertos en segundo plano. La cuestión es pensar que nuestra RAM y los recursos de nuestro equipo van a ser consumidos por cualquier proceso o periférico externo o interno, para así intentar optimizar al máximo el sistema. Desde luego, merece la pena invertir algo de tiempo en ello.
